Québec

C’est la vie.

Sueño en un futuro tener una familia muy bonita en la que mis hijos/hijas crezcan en un entorno seguro y lindo en donde se puedan desarrollar en lo que a ellos les guste y formar parte de sus éxitos al estar presente apoyándolos y motivándolos. Sueño en que en un futuro no me tenga que preocupar por si mi hija no volverá de una fiesta, o si mi esposa se siente insegura en la calle. Me encantaría que ese sueño se pudiera hacer realidad en México, pero honestamente lo dudo mucho al menos en el mediano plazo. Así haya leyes que protejan los derechos de todas y todos, la falta de educación va estar presente por al menos otra generación más, y eso siento que es lo que más daño nos hace a todos.

Por lo que desde el momento que anduve caminando por la calle en la madrugada, con audífonos puestos, bailando y sintiéndome tan libre como nunca en Toronto pensé en que ese sueño lo quería cumplir en Canadá. En Québec, se intensificó este sentimiento de seguridad, una de las primeras cosas que hice fue ir a un museo, me parece que era de arte, y este museo tenía sede en la antigua cárcel de la ciudad de Québec, la cual fue cerrada por falta de uso. Según recuerdo había solamente 1 caso de homicidio al año en la ciudad y los crímenes menores como asaltos o robos tenían la tasa per cápita una de las tasas más bajas del continente. Realmente era más probable que te murieras de frío que de alguien queriéndote matar.

Pero no todo es miel sobre ojuelas, Canadá tiene muchas cosas bonitas pero tiene también otras cosas complicadas y en este viaje las pude experimentar un poco más de cerca. Don’t get me wrong, me parece que la Ville de Québec es el lugar más bonito que he conocido hasta hoy día, comí tantos Poutines y helados de Chocolats Favoris como me fue posible (me arrepiento un poco de no haber ido tanto al pollo St. Hubert y de no ser rico para ir todos los días al Cochon Dingue) y las personas que conocí en la escuela son súper top. Pero en esta ocasión me enfocaré en las cosas emocionales no tan positivas del viaje, para cosas bonitas de Québec en el invierno Alan X El Mundo hizo un muy buen reportaje patrocinado por la secretaría de Turismo de Québec, te recomiendo esos videos, y si no los ves, tal vez luego les comparta los bonito que es el ir por un SBUX al Château Frontenac, cascadas congeladas,  ver la calle Petit Champlain, y en general todo el viejo Québec, así como el hotel de hielo.

En Québec sentí la soledad quizá por primera vez en mi vida. Hay varios aspectos que contribuyan a ese sentimiento. En primer instancia, fue la primer navidad que pasé fuera de casa. Hice videollamada con mi familia y estaban cenando deliciosamente, pasándola bien agusto, en mi caso, la cena de navidad fue a las 7 de la noche y era carne de búfalo con verduras con mi homestay un señor que sí era buena onda, pero al día de hoy no me acuerdo de su nombre. Después de cenar platiqué con mi familia y pasé navidad viendo Netflix, solo en mi cuarto. Otra cosa que afectó fue el idioma, resulta ser que el Francés Québecois es más complicado de entender, y de por sí yo no era muy bueno con lo que ya traía en la mochila, pero fue mejorando con el tiempo y por ahí de la mitad del viaje me compuse del rezago que traía.

No creo que el clima jugara un papel importante respecto a cómo me sentía, el constante peligro de congelarme en una estación de autobús fue peligroso pero divertido. En cuanto a salud conviene, un día me enfermé por comer Cheetos y entendí las letras chiquitas del sistema de salud universal canadiense, si bien todos tienen seguro médico, digamos que el sistema de seguridad social funciona en torno a prioridades. El cuerpo médico y de enfermería es limitado por lo que el sistema de salud se enfoca en atender los casos que son más críticos. Para mi mala suerte el sistema de salud más deficiente es el de la provincia de Québec y particularmente el de la Ville de Québec. Para ejemplificar, digamos que te duele la cabeza, vas al hospital que te quede más cerca y va a haber otras 30 personas en fila, cada una va ir con la recepcionista y le va decir cuál es el problema que tienen, la recepcionista les va dar un número y se les asigna un número de prioridad, si de las 30 personas 5 tienen un hueso roto, hay sangre involucrada o tienen que entrar a un quirófano, probablemente no vas a pasar en almenos 1 hora y media, ya que un dolor de estómago, de cabeza o una fiebre es la última prioridad, y no te van a dar la receta médica hasta que consultes, y sin receta médica no hay medicamento. Me terminé curando por una medicina tipo Pepto Bismol que vendían en la farmacia.

Estando en Québec empecé a darle forma al plan que tengo para emigrar a Canadá y llegué a una conclusión, hacer lo que tengo planeado hacer va costar. Por lo que me puse a hacer cuentas de cuánto tenía que estar generando y ahorrando una vez que empezara a trabajar. La meta en ese entonces era de casarme e irme a vivir a Canadá para 2025, y hoy la idea de casarse ya no es vigente e inclusive pienso ir para allá lo antes posible acabando de estudiar en la universidad. Las cosas han cambiado, el dólar canadiense antes estaba en 13 pesos, las colegiaturas y los precios de vivienda en Toronto van a seguir subiendo así que vale la pena apurarme para que no se me complique ese sueño.

Estando en el Musée National des Beaux-Arts du Québec ví la exhibición de arte que más me ha encantado hasta hoy. Era de Riopelle y Mitchell, que son como el Frida Kahlo y Diego Rivera Québecois. La sala te mostraba cronológicamente cómo la pareja de artistas se fue desarrollando, en algún momento empezaron a tener influencias de sí mismos y con cada etapa de su vida, como con la separación de ambos, les afectaba en su expresión artística. En la conexión de un edificio a otro podías encontrar L’hommage à Rosa Luxembourg, un mural/tríptico de más de 40 metros de longitud hecho por Riopelle cuando se enteró de la muerte de su amada Joan Mitchell.

Para pasar año nuevo me lancé a la ciudad de Montréal, y me gustó bastante. Tiene onda Montréal, hay arte por todos lados, el metro de ahí es al más moderno que he visto, en aquél tiempo no podía ir a bares pero se sentía muy buen ambiente afuera de la zona universitaria, sin embargo creo que me había tocado el día más frío del año, estábamos a -26 grados con sensación térmica aún peor. Noté una vibra más joven y relajada (y posiblemente una mejor calidad de vida) en Montréal respecto a Toronto, está de más decirlo pero las caras más bonitas que he conocido estaban ahí, la gente fue bastante linda cuando le decía que quería practicar el francés y subir el Mont-Royal fue una actividad que me encantó.

Normalmente tengo muy buena suerte, y al regresar a México esa suerte se hizo presente. Cancelaron mi vuelo y me dejaron varado un día completo en Toronto,  pero varado con un cuarto de hotel bastante descente y con comida incluída, muchas gracias Air Canada, se ganaron un cliente de por vida. Aproveché al máximo mi tiempo y los vales de comida que me dieron, esa vez comí como 30 alitas en el hotel y la hamburguesa más cara que había en el aeropuerto. Ese día entra en mi top de los mejores días de mi vida, pueden encontrar más respecto a ese trip de un día en el blog que escribí de Toronto. Les dejo el link.

Definitivamente quiero regresar a Québec y mostrárselo a mi familia, si es una belleza verla repleta de nieve ya quiero ver cómo se pone con sol y los jardines y bosques tan extensos que tiene. Por hoy me conformo con poder decir Ch-t’alle.

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Angel Escamilla Rdz

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