Hola razita,
Ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo, pero esta maña de escribir la agarré hace muy poquito. El frío invierno Québecois, del que en algún momento he de escribir, me llevó a agarrarle gusto. Iba casi a diario o al Starbucks del Château Frontenac, a Chocolats Favoris, Tim Hortons, o al pollito St. Hubert (por qué creen que subí de peso) y aprovechaba para practicar mis apuntes de las clases de francés, desarrollar mi estilo impresionista con una hoja de papel y una pluma azul, o para escribir cartas en francés. Era lo que le sigue de malísimo en francés, pero le echaba muchas ganas con mis expresiones faciales y mi lenguaje corporal, y poquito a poquito fuí agarrando vuelo.
Antes de irme me contaron cómo era la gente de Québec respecto a los demás canadienses y me quedé con la idea de que eran más fríos, menos platicadores y precisamente en la ville de Québec nadie me iba a hablar en inglés. Estando allá confirmé lo que me dijeron, y decidí que no me gustaría vivir en una ciudad tan poco amable, por más bella y segura que fuera. Sigo pensando que la Ville de Québec es la ciudad más bonita del mundo, sería el primer lugar que le recomendaría a alguien visitar; y el hecho de que convirtieran la cárcel en un museo por falta de uso me es increíble. Y hace unos momentos mi idea de cómo es la gente cambió gracias a un cambio de paradigma.
Acabo de pasar por un flashback bien duro. Estaba pidiendo un Café Americano en checo, apoyado por Google Translate, en Costa Coffee la barista se veía joven y buena vibra, y después de escuchar mi intento de checo sonrío un poco y me dijo cuánto era en inglés, y ya. Honestamente es mucho el hecho de que haya sonreído, me ha pasado de todo en pocos días aquí, pero era la primera vez que intentaba hablar en checo fuera de decir gracias y hola, y me acordé de todas las veces que pedí algo en Francés en la Ville de Québec. Una vez en Tim Hortons, el cajero me dijo “muchas gracias amigo”, en otra ocasión en SBUX, la barista me contó que tuvo una roomie de Mérida que quiere como a su hermana, y en Favoris creo que por ser cliente frecuente hasta me ayudaban a mejorar mi francés.
Se me hace que todo esto lo traigo fresco porque el fin de semana fuí a un “Pueblo Mágico” checo llamado Karlovy Vary y se me hizo sumamente bonito. El pueblo se caracteriza por tener aguas termales curativas y es reconocido mundialmente por ello. Tiene un montón de Spas y el recuerdito más común es una pipa o tasa especial para tomar de las fuentes curativas que hay en toda la ciudad. A lo que ví y a lo que leí, la mayoría de la gente que viene a esta ciudad son adultos mayores que se hospedan durante semanas para bañarse y tomar de esta agua. La verdad el agua sabe a moneda de 10 pesos, pero el pueblo tiene una arquitectura y simetría que me encantó. La mayor parte del viaje nos enfocamos en subir una montaña que ofrece unas vistas panorámicas hermosas desde que empiezas hasta que llegas al punto más alto.
Hay varios elementos que me remontaron a Québec, ahí les van. Primero, hacía mucho frío, pero había una iluminación que hace que las fotografías luzcan excepcionales. Casi no se veía gente en la calle caminando pero adentro de cualquier establecimiento había gente; esto es algo que se me hace muy raro, pero creo que es común en las ciudades pequeñas, a final de cuentas no hay tantos lugares a dónde ir y hay múltiples formas de llegar ahí. Hay más vegetación que ciudad en la ciudad, esto está súper bonito y creo que hace falta vivir en Monterrey para apreciarlo tanto.
La ciudad se veía antigua pero muy conservada, cuando venía bajando de la montaña, unas escaleras desembocaron en una calle con imponentes y bellos hoteles. A pesar de que la arquitectura es claramente distinta, y aquí es donde me gustaría saber un poco más de corrientes artísticas, los acabados y colores de las paredes se ven limpios y epoqueños* como en el Quartier de Petit Champlain. La comida típica es muuuuuuy rica, y cuando creía que leer menús en Francés era una odisea, los menús en Checo dicen órale que ahí te voy. Probé unas papas y un estofado de no sé que tipo de carne, pero estaba buenísimo. Por último, y este es el menos importante ya que me doy cuenta que casi todas las ciudades europeas tienen un río cerca, ambas tienen un río que pasa por la ciudad.
Es muy pronto para mí el hacer recomendaciones de qué hacer si es que vienes a la República Checa, la verdad no conozco muy bien Praga aún, pero la experiencia que me llevé de este lugar fue muy buena. Nos faltó ir a la fábrica de Cristal que sale en AlanXelMundo, pero quizá toque después. A final de cuentas viajar en tren en Chequia es muy barato y cómodo. Solamente que me gustaría primero conocer Pilsen y Brno antes. En fin, seguimos con el Boy Meets World Tour, les mantengo informados.
Paz.
*que te remonta a otra época
Angel Escamilla Rdz